Espacio repleto de reflexiones, relatos, historias, opiniones...

Textos llenos de pensamientos intensos, de palabras de aliento.

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Algún lugar hacía falta donde poder expresar todo lo que por dentro uno guarda.
O simplemente opiniones que se retienen en el interior, causando dudas...
A este lugar se le bautizará como el jardín de las opiniones, donde crecen ideas, e incluso se podrán plantar en él sentimientos, que quizás, algún día den su fruto...
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Éste soy yo, éste es mi ser.

2016-11-30

El placer de destrozar la cama

El placer de hacer la cama es tener la oportunidad de volver a deshacerla, como niño que abre un nuevo regalo tirando de cada esquina, destrozando las hojas que rodean su ilusión (aunque muchos seamos los que abrimos los regalos con precaución, sin querer marcar siquiera ese envoltorio).

El placer de deshacer la cama es la infinidad de planes que te ofrece, pudiendo descansar, cansarte más, soñar, mirar el techo durante horas meditando sobre cada minuto que has vivido, cada minuto que has desperdiciado, los minutos que vivirás o dejaste de hacerlo. Te ofrece abrir una ventana de planificación, una puerta de sufrimiento...

El placer de abrazar la cama es la seguridad y lo que te arropa. Es el llorarle y contarle tus miedos, es el verte en tus momentos más frágiles y a su vez en tus instantes más llenos. Es verte sintiéndote más humano, más sensible, o cuando te hacen sentir posesor del placer y del control del sudor que manchan las sábanas.

El placer de volar en la cama es el instante en el que despegas en un abrazo, una caricia, un susurro... que te ponen los pelos de punta y te hacen estremecer.

El placer de tumbarte junto a alguien en la cama, es el poder conocerle en su humanidad, el poder masturbar su alma mientras tocas sus sueños y besas sus miedos. Tocarle los placeres y hacerle gemir de ilusión, de esperanza. Es disfrutar entre abrazos lo que la cruda realidad nos impide y hacer de ese instante uno sin tabúes,

El placer del camino en la cama, son las caricias a cada curva del circuito de su cuerpo. Parar en cada salida a follar sin tregua hasta que nuevamente abran las carreteras de la piel. Sujetarse a sus caderas cuando las gotas de sudor mojan y peligran el camino y no apagar nunca la luz de su mirada.

El placer de la cama, es el poder hacerla, deshacerla y destrozarla.


El placer de destrozar la cama, es con quién lo hagas.

2016-11-07

Ángel esmeralda

Y ahí me encontraba. Entre paredes oscuras e inexistentes creadas por mi mente. En una caja claustrofóbica que no me dejaba ver más allá de lo impuesto.
Una caja completa por mí, pero a su vez más vacía que nunca. Llegué al punto de sentir no tener nada, de encontrarme perdido sin saber dónde estaba y el punto en el que iba mi historia.
Con la llegada del otoño, cual hojas cayeron mis ilusiones al suelo, siendo pisadas por todo aquel que pasaba por la calle de las almas errantes; caminando muertas entre corazones latiendo vacíos, sin sentido.

¿Qué sucedía? ¿Cómo teniendo tanto, al final, resulté sentir no tener nada?
Efímeras sensaciones y satisfacciones que te aportaban cuerpos e ilusiones de minuto y medio.
Un ambiente en el que con mucha gente, con muchos apoyos, con muchos seguidores... te sientes solo. No hay nada que te ilusione, no tienes qué te llene y pierdes las ganas de despertar.

¿Para qué intentar nada si desaparece como el humo a segundos de ser expulsado?
Las sonrisas no serían más que maquillaje para lograr quedar marcado en páginas que nadie leerá, en leyendas que nadie recordará. Entonces... ¿Qué quería hacer? ¿Qué quería lograr?
No tenía claro el camino ni meta. Daba vueltas a mis propios problemas buscado en ellos una salida que me desbloqueara.
Nuevamente cada amanecer era un nuevo tobogán hacia mis miedos, era una puerta hacia el abismo. Y con miedo de sentirme cómodo en ese fondo de autodestrucción.

Pero entonces aparecieron ante mí esos dos ojos con brillos de esmeralda. Esa sonrisa con energía, esas palabras de confianza que tiraban de mi camisa para sacarme del mar de lodo que me absorbía cada día.
Un ángel que diariamente visitaba mis horas muertas, mi tiempo sin vida, para dar una razón de peso al luchar, al no caer. Al no dejarme vencer por mi propio diablo.

Ser altruista con entrega diaria, con sesiones intensas de apoyo involuntario.

¿Cómo iba a saber que sin darse cuenta estaba salvando una vida como mínimo?
¿Cómo podría decirle que mi vida tomó sentido al querer verle vivir?
¿Cómo explicarle que ahora en mí perduraban sus alas haciéndome volar?

Quedan muchas escaleras para salir de mi infierno, pero el brillo de esos ojos verdes será el que me ayude a no rendirme.