Espacio repleto de reflexiones, relatos, historias, opiniones...

Textos llenos de pensamientos intensos, de palabras de aliento.

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Algún lugar hacía falta donde poder expresar todo lo que por dentro uno guarda.
O simplemente opiniones que se retienen en el interior, causando dudas...
A este lugar se le bautizará como el jardín de las opiniones, donde crecen ideas, e incluso se podrán plantar en él sentimientos, que quizás, algún día den su fruto...
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Éste soy yo, éste es mi ser.

2018-08-18

Escribo

Siempre escribí por miedo, por necesidad o por promesas.
Escribí por miedo. Miedo a ser olvidado. Miedo a olvidar. Miedo a no tener a nadie. A tenerlo y perder. Miedo a no ser capaz. Miedo a no saber levantarme. Miedo a no ser comprendido. Miedo a no comprender. Miedo... a no ser querido ni saber querer.
El miedo, una de las sensaciones más naturales. Una reacción hacia lo desconocido. Un intento de protección. Y aun así, acabo en mil pedazos con cada suceso, cada pensamiento, cada sentimiento.

Odié la violencia. Odio las discusiones -que no debates-. Odio que no me den la razón cuando la tengo, al igual que odio no tenerla -aunque admita confundirme-. Odio haberme escondido días, semanas, meses y años de una violencia explícita diaria en forma de rayos de sol. En forma de lluvia. En forma de granizo. En forma de viento que juega a despeinarnos y a jodernos la ropa planchada.

Odio echar de menos a los que no están. A los que están. A los que estando, no están. Odio el pasado. Mi pasado. Odio cómo los recuerdos juegan a intentar desencaminarme.

Escribí por necesidad. Porque "si no escribo, exploto". Porque "si no escribo, siento que nadie me escucha". Porque "escribiendo es la única manera de sentirme leído; por nadie, o por mí". Escribo porque necesito soltar lastre y dejarlo plasmado en páginas digitales o físicas. Dejar mis defectos en un cuaderno o en una página de borradores en un blog cualquiera.
Escribo por necesidad de sentirme querido. Por necesidad de querer. Por necesidad de recordar cada caricia rodeado de velas, de agua, de hierba o un par de sábanas. Porque en mis textos mi sentimiento siempre puede llegar a triunfar y ser correspondido. Porque son historias de amor y desamor hechas a mi medida. Con sus logros y sobre todo -pero ganando con gran ventaja- derrotas y desgracias. Vivo del desamor. Vivo de la imposibilidad de ser querido. Escribo para camuflarlo y aparentar vivir en un ideal de historia de dos, de tres, de uno solo incluso.

Escribo por promesas. Escribo porque prometí hacer eterno todo aquello que lo merece. Escribo porque prometí hacer a alguien poema. Porque prometí no olvidar a alguien que marchó. A alguien que simplemente, dejó de ser compañera de viaje en la vida. Escribo a quien prometí escribir. Escribo para hacer legibles las historias de personas o almas que cambian vidas. Escribo porque hay nombres que nunca querré olvidar y prometo plasmarlos en papel.

Escribo porque me prometí no dejarme nunca.
Escribo porque prometí que el miedo nunca sería necesidad en mis decisiones.

Escribo porque quiero que se escriba.