Prometí que esta vez iba a escribirte. No he querido faltar a la cita. Años después, hoy celebras vivir uno más. Sí. Al fin escuché de ti esa frase que tanto arrastra y por una vez, te escuché decir “Quiero vivir”.
Han sido años pasados en los que has huido de tu
vida, de tu salud, de tu cuidado, de tus pasiones y… de tu gente. Han sido
varios octubres en los que has viajado y has querido estar lejos. No reconocer
lo que te rodea. Pero joder, ¡qué años más locos! ¿no?
Solo párate a pensar en qué cojones has hecho
contigo. Y no te lo digo a mal. De verdad, piénsalo. ¿En qué momento pensabas
que lo que ibas a estar tocando en un escenario frente a cientos de personas
era la guitarra? De verdad, ¡qué ocurrencias! “No, si es que busco nuevas cosas para sentirme vivo”. Y aun así,
empezaste siendo un cuerpo autómata mermado por la depresión, que aunque
pasaran las peores ideas por su cabeza y los pensamientos intrusivos le
impulsaran a dañarse y acabarse, buscabas excusas para subir a coger aire desde
las profundidades en las que te veías sumergido. Aprendiste mucho. Sobre todo a
pedir ayuda –sí, fue un momento crítico, ¡pero lo hiciste, capullo!-. Y con
ella volviste a trabajar. A mirar los pequeños destellos. Cuidar lo que te
hacía sentir tanto hace años. Has conocido a gente que te ha acompañado tiempo,
y sé que sabes que les debes la vida (y es duro saber que el sentido es
literal). Por favor, no la pierdas. Contacta. Habla. Pregunta. Cuenta.
¿Te acuerdas las veces que intentabas hacer deporte
y acababas tirado en la cama días con la excusa de “me estoy recuperando”?
Joder, qué idiota eras. Siempre hiciste deporte y por mucho que hubieses
levantado cargas desde pequeños, ¡ay lo que cuesta levantar la cabeza cuando
toca! –Perdóname si te seré sincero, pero quiero verlo todo desde un punto
despreocupado. Así es como siempre hemos sobrevivido juntos-.
Por mucho que despertaras con la mente en blanco (o
entre oscuridad), siempre has tenido sueños. ¡Demasiados, recuerda! Y si
supieras lo capaz que eres, no te sabotearías ni dejarías de intentar todo lo
que te propones. Dime, ¿si no supieras que puedes fallar, cuántas cosas
dejarías de lado? Solo pregunta a tu alrededor. Las personas que te quieren
saben de lo que eres capaz. Y no es poco. ¡Que no sabes mucho de música pero
estás tocando con el cantante de tu grupo favorito de niño! ¿Te parece poco?
Abre un poco los ojos, chaval. Y gracias. Gracias, de verdad, por no haberte
boicoteado y haberle dicho que sí. Hace un año celebrabas un tímido cumple y estabas
dudando de todo. No te movías. Ensayabas hasta recordar todo para poder tocar
tirando de la memoria muscular que siempre te ha caracterizado y… unas semanas
después estabas en un escenario de nuevo. Ese 11 de noviembre de 2023 te
cambió. Las luces, la música, el calor, la adrenalina… Escucharte volver a
decir “Creo que después de años, lo he vuelto a sentir. Esto es a lo que
llamaba Felicidad. Esto es por lo que quiero moverme. Por esta sensación,
QUIERO VIVIR”, me emocionó, Alex. De veras. Renaciste. Te recuerdo volviendo a
casa queriendo hacer cosas. ¡Que ya no era “tengo que” o “debo”, en ese momento
hablabas de los planos con “quiero hacer..”! Y has vuelto a entrenar. Y joder,
que pensabas que muchas cosas eran solo vídeos de internet y ya te subes a la
barra como ellos (pero te queda mejorar, chaval). Que has conocido a gente en
ese lugar que te han vuelto a hacer sentir esa competitividad con uno mismo
para superarte. ¡Que vuelves a poder saltar, levantar peso y a tener
resistencia! –la vas a necesitar… escúchame, ya puedes trabajarla-.
Has vuelto a inmortalizar secuencias. Tienes la
cámara de nuevo contigo. Has vuelto a salir a la calle, a quedar con gente. A
ver la belleza de cada persona e intentar fotografiarlo o grabarlo. Has vuelto
a sentir. A mirar con la curiosidad de un niño. Y no te lo creías, pero…
vuelves a la batería. No lo jodas todo ahora, cabrón. Te ha costado 16 años
poder estar en este punto, pon un poco de tu parte.
Y sí. Ya lo estás moviendo. No pares. Vuelve a soñar
en grande y disfruta de ese nuevo grupo en el que vas a tocar. ¡Estás haciendo
feliz a tu niño interior y cumpliendo la loca promesa que te hiciste! “Verás,
voy a tocar con ellos algún día”. Y he aquí tu lucha. Tu luz e ilusión te han
movido. Deja fluir todo lo que te fortalece y sí. Cierra el capítulo abierto
durante tantos años. Publica de una vez ese segundo libro -que tío, ya tienes
escrito-. Elige tardes cualesquiera, ve un finde lejos y ordena las ideas.
Llama a todas las personas que les propusiste de colaborar –no tengas miedo ni
al no, ni a molestar. Si quisieron apoyarte, fue por algo-. Y HAZLO.
Felicidades, Alex. Feliz cumpleaños. Feliz renacer.
Cuídate. No soy más que esa parte de ti que cree y por ello, escribe. No te
dejes absorber por la oscuridad. Tendrás días, pero siempre estaré aquí. Y si
no, mira alrededor. Por mucho que te hayas ausentado o te hayas escondido años
para no dañar a nadie, siguen creyendo en ti. Siguen queriéndote.