Espacio repleto de reflexiones, relatos, historias, opiniones...

Textos llenos de pensamientos intensos, de palabras de aliento.

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Algún lugar hacía falta donde poder expresar todo lo que por dentro uno guarda.
O simplemente opiniones que se retienen en el interior, causando dudas...
A este lugar se le bautizará como el jardín de las opiniones, donde crecen ideas, e incluso se podrán plantar en él sentimientos, que quizás, algún día den su fruto...
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Éste soy yo, éste es mi ser.

2024-10-02

Feliz renacer. Que sean muchos más

 Prometí que esta vez iba a escribirte. No he querido faltar a la cita. Años después, hoy celebras vivir uno más. Sí. Al fin escuché de ti esa frase que tanto arrastra y por una vez, te escuché decir “Quiero vivir”.

Han sido años pasados en los que has huido de tu vida, de tu salud, de tu cuidado, de tus pasiones y… de tu gente. Han sido varios octubres en los que has viajado y has querido estar lejos. No reconocer lo que te rodea. Pero joder, ¡qué años más locos! ¿no?

Solo párate a pensar en qué cojones has hecho contigo. Y no te lo digo a mal. De verdad, piénsalo. ¿En qué momento pensabas que lo que ibas a estar tocando en un escenario frente a cientos de personas era la guitarra? De verdad, ¡qué ocurrencias! “No, si es que busco nuevas cosas para sentirme vivo”. Y aun así, empezaste siendo un cuerpo autómata mermado por la depresión, que aunque pasaran las peores ideas por su cabeza y los pensamientos intrusivos le impulsaran a dañarse y acabarse, buscabas excusas para subir a coger aire desde las profundidades en las que te veías sumergido. Aprendiste mucho. Sobre todo a pedir ayuda –sí, fue un momento crítico, ¡pero lo hiciste, capullo!-. Y con ella volviste a trabajar. A mirar los pequeños destellos. Cuidar lo que te hacía sentir tanto hace años. Has conocido a gente que te ha acompañado tiempo, y sé que sabes que les debes la vida (y es duro saber que el sentido es literal). Por favor, no la pierdas. Contacta. Habla. Pregunta. Cuenta.

¿Te acuerdas las veces que intentabas hacer deporte y acababas tirado en la cama días con la excusa de “me estoy recuperando”? Joder, qué idiota eras. Siempre hiciste deporte y por mucho que hubieses levantado cargas desde pequeños, ¡ay lo que cuesta levantar la cabeza cuando toca! –Perdóname si te seré sincero, pero quiero verlo todo desde un punto despreocupado. Así es como siempre hemos sobrevivido juntos-.

Por mucho que despertaras con la mente en blanco (o entre oscuridad), siempre has tenido sueños. ¡Demasiados, recuerda! Y si supieras lo capaz que eres, no te sabotearías ni dejarías de intentar todo lo que te propones. Dime, ¿si no supieras que puedes fallar, cuántas cosas dejarías de lado? Solo pregunta a tu alrededor. Las personas que te quieren saben de lo que eres capaz. Y no es poco. ¡Que no sabes mucho de música pero estás tocando con el cantante de tu grupo favorito de niño! ¿Te parece poco? Abre un poco los ojos, chaval. Y gracias. Gracias, de verdad, por no haberte boicoteado y haberle dicho que sí. Hace un año celebrabas un tímido cumple y estabas dudando de todo. No te movías. Ensayabas hasta recordar todo para poder tocar tirando de la memoria muscular que siempre te ha caracterizado y… unas semanas después estabas en un escenario de nuevo. Ese 11 de noviembre de 2023 te cambió. Las luces, la música, el calor, la adrenalina… Escucharte volver a decir “Creo que después de años, lo he vuelto a sentir. Esto es a lo que llamaba Felicidad. Esto es por lo que quiero moverme. Por esta sensación, QUIERO VIVIR”, me emocionó, Alex. De veras. Renaciste. Te recuerdo volviendo a casa queriendo hacer cosas. ¡Que ya no era “tengo que” o “debo”, en ese momento hablabas de los planos con “quiero hacer..”! Y has vuelto a entrenar. Y joder, que pensabas que muchas cosas eran solo vídeos de internet y ya te subes a la barra como ellos (pero te queda mejorar, chaval). Que has conocido a gente en ese lugar que te han vuelto a hacer sentir esa competitividad con uno mismo para superarte. ¡Que vuelves a poder saltar, levantar peso y a tener resistencia! –la vas a necesitar… escúchame, ya puedes trabajarla-.

Has vuelto a inmortalizar secuencias. Tienes la cámara de nuevo contigo. Has vuelto a salir a la calle, a quedar con gente. A ver la belleza de cada persona e intentar fotografiarlo o grabarlo. Has vuelto a sentir. A mirar con la curiosidad de un niño. Y no te lo creías, pero… vuelves a la batería. No lo jodas todo ahora, cabrón. Te ha costado 16 años poder estar en este punto, pon un poco de tu parte.

Y sí. Ya lo estás moviendo. No pares. Vuelve a soñar en grande y disfruta de ese nuevo grupo en el que vas a tocar. ¡Estás haciendo feliz a tu niño interior y cumpliendo la loca promesa que te hiciste! “Verás, voy a tocar con ellos algún día”. Y he aquí tu lucha. Tu luz e ilusión te han movido. Deja fluir todo lo que te fortalece y sí. Cierra el capítulo abierto durante tantos años. Publica de una vez ese segundo libro -que tío, ya tienes escrito-. Elige tardes cualesquiera, ve un finde lejos y ordena las ideas. Llama a todas las personas que les propusiste de colaborar –no tengas miedo ni al no, ni a molestar. Si quisieron apoyarte, fue por algo-. Y HAZLO.

Felicidades, Alex. Feliz cumpleaños. Feliz renacer. Cuídate. No soy más que esa parte de ti que cree y por ello, escribe. No te dejes absorber por la oscuridad. Tendrás días, pero siempre estaré aquí. Y si no, mira alrededor. Por mucho que te hayas ausentado o te hayas escondido años para no dañar a nadie, siguen creyendo en ti. Siguen queriéndote.

Vuela. Sueña. Cree.

2024-05-16

No soy, no he sido

 No soy un superviviente. Tampoco una víctima. No soy un ejemplo a seguir ni tampoco una inspiración para quien la necesita. Soy esa persona que dedicó su tiempo, vida y alma a escribir lo que sentía, por si acaso el día de mañana no podía. Por si un giro tonto de los hechos provocados, me hacía dejar de hacer todo lo que siempre quise y siempre amé.

 Me sorprendo cuando me miro al espejo -¡qué reflejo tan desafiante¡- y voy reconociendo retazos de una persona que se construyó a base de ilusiones y se hundió a base de auto-sabotajes.

"¡Qué extraño que no escribas tanto!", "¿Cómo que ya no te leo?"

Fueron preguntas de lo más comunes. Yo también me las hice. Esas y tantas otras. Eso sí, ¿respuestas? En contadas ocasiones. Supongo que en muchas de mis reflexiones me daba cuenta o las intuía, pero no quería exteriorizar ninguna de ellas. -La verdad, no es nada agradable darte cuenta de que los pilares que han formado tu persona pierden fuerza y todo a tu alrededor se desmorona y cae por su propio peso-.

Dejé de vivir. Suena clásico, pero es una sensación muy dura y cruda. Era un cuerpo que se dejaba llevar por las obligaciones del día a día y no pensaba ni sentía nada de ello. Dejé de vivir. Y no tuve razón alguna para avivar ninguna llama que templara mi interior. Todas las situaciones eran frías, todos los sentimientos planos. No distinguí la felicidad, de la tristeza, de la ira, de la ilusión... 

Dejé de vivir. Y por ello, dejé de escribir.

Pensé que nunca más lo haría. Pensé que no volvería a reconocerme en ningún párrafo. Asimilé el hecho de saber que todo lo que ofrecí y publiqué es todo lo que iba a quedar de mi historia. Vi muchos finales.

Vi un único final...

Comprendí las respuestas. Contesté gran parte de las preguntas a la vez en una frase. Me quise alejar de mí. Quise dejar de ser yo. -Todo por si dejaba de estar, nadie recordara lo que era y hacía. Todo para que nadie echase nada en falta-.

Me he llorado. Me he visto acabado y he sentido mucha pena por mí.

Y hoy me leo. Hoy en día vuelvo a reconocer cada parte de mí y toda la historia que me ha hecho caer y me ha forzado a levantarme.

[...]

Miro atrás. Sonrío. Me acomodo. Respiro. Apago las luces. Enciendo la pantalla... 

y vuelvo a escribir. Vuelvo a sentir. Regreso.

Vivo.