Espacio repleto de reflexiones, relatos, historias, opiniones...

Textos llenos de pensamientos intensos, de palabras de aliento.

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Algún lugar hacía falta donde poder expresar todo lo que por dentro uno guarda.
O simplemente opiniones que se retienen en el interior, causando dudas...
A este lugar se le bautizará como el jardín de las opiniones, donde crecen ideas, e incluso se podrán plantar en él sentimientos, que quizás, algún día den su fruto...
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Éste soy yo, éste es mi ser.

2024-05-16

No soy, no he sido

 No soy un superviviente. Tampoco una víctima. No soy un ejemplo a seguir ni tampoco una inspiración para quien la necesita. Soy esa persona que dedicó su tiempo, vida y alma a escribir lo que sentía, por si acaso el día de mañana no podía. Por si un giro tonto de los hechos provocados, me hacía dejar de hacer todo lo que siempre quise y siempre amé.

 Me sorprendo cuando me miro al espejo -¡qué reflejo tan desafiante¡- y voy reconociendo retazos de una persona que se construyó a base de ilusiones y se hundió a base de auto-sabotajes.

"¡Qué extraño que no escribas tanto!", "¿Cómo que ya no te leo?"

Fueron preguntas de lo más comunes. Yo también me las hice. Esas y tantas otras. Eso sí, ¿respuestas? En contadas ocasiones. Supongo que en muchas de mis reflexiones me daba cuenta o las intuía, pero no quería exteriorizar ninguna de ellas. -La verdad, no es nada agradable darte cuenta de que los pilares que han formado tu persona pierden fuerza y todo a tu alrededor se desmorona y cae por su propio peso-.

Dejé de vivir. Suena clásico, pero es una sensación muy dura y cruda. Era un cuerpo que se dejaba llevar por las obligaciones del día a día y no pensaba ni sentía nada de ello. Dejé de vivir. Y no tuve razón alguna para avivar ninguna llama que templara mi interior. Todas las situaciones eran frías, todos los sentimientos planos. No distinguí la felicidad, de la tristeza, de la ira, de la ilusión... 

Dejé de vivir. Y por ello, dejé de escribir.

Pensé que nunca más lo haría. Pensé que no volvería a reconocerme en ningún párrafo. Asimilé el hecho de saber que todo lo que ofrecí y publiqué es todo lo que iba a quedar de mi historia. Vi muchos finales.

Vi un único final...

Comprendí las respuestas. Contesté gran parte de las preguntas a la vez en una frase. Me quise alejar de mí. Quise dejar de ser yo. -Todo por si dejaba de estar, nadie recordara lo que era y hacía. Todo para que nadie echase nada en falta-.

Me he llorado. Me he visto acabado y he sentido mucha pena por mí.

Y hoy me leo. Hoy en día vuelvo a reconocer cada parte de mí y toda la historia que me ha hecho caer y me ha forzado a levantarme.

[...]

Miro atrás. Sonrío. Me acomodo. Respiro. Apago las luces. Enciendo la pantalla... 

y vuelvo a escribir. Vuelvo a sentir. Regreso.

Vivo.

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