Acaricia mi espalda. Lame mi cuello.
Vuelve al puerto de mi cintura donde te sentiste libre.
Canta con mi respiración y susúrrame que no quieres que amanezca.
Pide minutos al tiempo y vuelve a hacer que sea hoy.
Despierta a mi lado. Despierta en mí.
Vuelve a traer el sexo a nuestras sonrisas.
Gime y grítale al cielo que hoy no está disponible.
Vuelve a ser ángel que me salva de la pesadilla de la soledad.
Vuelve al puerto de mi cintura donde te sentiste libre.
Canta con mi respiración y susúrrame que no quieres que amanezca.
Pide minutos al tiempo y vuelve a hacer que sea hoy.
Despierta a mi lado. Despierta en mí.
Vuelve a traer el sexo a nuestras sonrisas.
Gime y grítale al cielo que hoy no está disponible.
Vuelve a ser ángel que me salva de la pesadilla de la soledad.
Baila con mis pasos tristes.
Pide nuestra canción en el bar. Invítame a sonreír.
Despídete. Y háblame de tu final.
Pero no vuelvas a irte sin avisar. No vuelvas a desaparecer.
No cantes mis canciones en otra habitación de hotel.
No deshagas la cama con otra ropa cayendo sobre la alfombra.
Si regresas, que sea sabiendo que no espero en el sofá.
Que los masajes han caducado. Que mis ojos miran otros labios.
Y sé que volveremos a encontrarnos.
En el café de siempre. Tomando lo mismo de siempre.
En mesas diferentes.
En conversaciones diferentes.
Con nuestras miradas cruzadas.
Pero con el futuro separado.
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