Espacio repleto de reflexiones, relatos, historias, opiniones...

Textos llenos de pensamientos intensos, de palabras de aliento.

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Algún lugar hacía falta donde poder expresar todo lo que por dentro uno guarda.
O simplemente opiniones que se retienen en el interior, causando dudas...
A este lugar se le bautizará como el jardín de las opiniones, donde crecen ideas, e incluso se podrán plantar en él sentimientos, que quizás, algún día den su fruto...
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Éste soy yo, éste es mi ser.

2018-02-18

No soy yo

Despierto.
Nuevo día.
No sé si son las 7 de la mañana o las 12 del mediodía. Me hallo confuso por las pocas luces que dejo pasar entre los espacios de la persiana. Confundo al sol con las farolas y el calor con el abrazo de las sábanas.
No distingo entre las sombras los deberes que tengo por hacer. No encuentro entre las gotas de sudor las ganas de realizar ninguno de ellos.

Cruzo la puerta, sin hacer ruido, sin molestar, pasando desapercibido -como cada día en la multitud- y me miro al espejo que refleja el cuadro que nunca me gustó, el retrato más odiado. Sigo sin reconocer lo que veo; desarreglado, sin energía, apagado y con pocas ganas de mirar. El pelo sujeto con la goma que no le deja ser libre, la barba irregular y descuidada, puede que por pereza o por las pocas ganas de hacer nada que ya caracterizan a ese reflejo que me mira con odio y desprecio.

El escribir ya no me llena y me causa más ansiedad que placer. Ya no es parte de la terapia de desahogo y ya no me satisface. Escribir se está convirtiendo en una incomodidad y en un acto que me produce náuseas a cada palabra que inmortalizo en la pantalla.
El componer me deja amargo sabor por las malas melodías que no logran acompañar ni describir estados ni sentimientos. No existen notas sostenidas que sujeten el pentagrama que quiero romper y tirar a la basura.

No entiendo nada.
Ni el reflejo ni la historia que cuenta y el odio que representa.

No han pasado más de dos minutos y ya he dejado de comprender muchas de las cosas que rodean mi día a día y que forman parte de mi ser. Me conocen por ello, me presentan con ello. Y tras un nombre y adjetivo, no soy más que un cuerpo vacío andando y buscando la próxima pasión que pueda ofrecerme un intento de serenidad.

Ya no me siento en calma en la orilla del acantilado.
Ya no disfruto de la brisa del horizonte.
Las montañas se me quedan altas y los mensajes, pequeños.
Ya no escribo cartas ni expreso sentimientos.
Realmente, creo que ya no siento

No soy yo,
no soy nada.

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